La paranoia dominaba la mente de Mark Tromp desde hace semanas. Revisaba con meticulosidad las cuentas de su negocio de construcción y aún con más minuciosidad las de su granja de grosellas en Sivan, Melbourne. Comprobaba constantemente el perímetro de la granja en la que vivía con su familia y poco a poco contagió su miedo a su mujer Jacoba, de ahí a sus hijas y pronto toda la familia Tromp nadaba en la oscura ciénaga de la insensatez. Había, no obstante, alguien que se resistía a creer en una sombra que les perseguía con el ánimo de matarlos y robarles el dinero. El único hijo de la pareja, Mitchell, tenía sus dudas y sería el primero en desertar…
El estrés en el que vivía la familia Tromp llegó a su cénit el lunes 29 de agosto de 2016. Esa mañana Mark y Jacoba sacaron a sus hijos de la granja y les metieron en el coche de la hija pequeña, Ella. Los teléfonos móviles quedaban estrictamente prohibidos, nadie debía localizarlos. Su otra hija, Riana, estuvo de acuerdo y se subió al coche, pero una vez más, Mitchell discrepó en secreto y temiendo por el destino de su familia, subió al coche con su teléfono.
Así comenzaba el viaje a ninguna parte de la familia Tromp.
Horas después de la desaparición de la familia, sus vecinos y allegados comenzaron a extrañarse al no saber nada de ellos y acabaron por llamar a la policía. Cuando una patrulla se presentó en la granja, comprobaron que efectivamente no había nadie en el lugar. Parecía que toda la familia había salido de viaje, pero ¿Qué clase de viaje requiere dejar atrás los pasaportes, las tarjetas de crédito y los teléfonos móviles? Algo olía mal.
Por suerte para la policía uno de los teléfonos de la familia Tromp seguía activo. La suerte solo duró treinta kilómetros, distancia que tardaron Mark y Jacoba en darse cuenta que su hijo había traído el aparato consigo. Temiendo que les estuvieran rastreando a través del móvil, obligaron a Mitchell a lanzarlo por la ventanilla.
El primer día de viaje, la familia recorrió unos 800 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Bathurst. De momento habían escapado de lo que sea que les perseguía y seguían todos juntos. De momento…
Al día siguiente, martes 30, comienzan las deserciones, y como no podía ser de otro modo, es el hijo, Mitchell, el primero en hartarse del comportamiento de su familia y emprende en solitario el viaje de regreso a su granja.
Los cuatro miembros restantes de la familia Tromp continúan su viaje sin rumbo fijo por la costa este australiana. Su siguiente destino son las cuevas Jenolan, un lugar muy turístico a unos 80 kilómetros de Bathurst.
Es en esta segunda parada del viaje cuando Ella y Riana deciden que han tenido bastante y dejan a sus padres, roban un coche y conducen hasta Goulburn, donde denuncian ante la policía la desaparición de sus padres.
En este momento es cuando el viaje de la familia Tromp salta a los titulares de los medios de comunicación australianos. Desde entonces, cada paso del errático y misterioso tour será seguido con interés creciente en el país.
Tras efectuar la denuncia, las chicas Tromp siguen inexplicablemente su camino sin esperar a que la policía encuentre a sus padres. La pareja no tardará mucho en romperse de nuevo, y es que, mientras Ella insiste en volver a la granja a dar de comer a sus caballos, Riana no parece estar de acuerdo. Las hermanas se separan en una gasolinera de Gouldrum sin saber cuándo volverán a encontrarse.
El martes 30 de agosto está dando sus últimos coletazos de vida mientras los policías que vigilan la granja de los Tromp ven aparecer un vehículo por el camino principal. Ella, la hija menor de la familia ha vuelto a casa sola.
La mañana del día siguiente es el hijo, Mitchell, el que hace su aparición. Está cansado después de coger varios trenes, pero su salud mental, al igual que la de su hermana Ella, parecen normales. Desafortunadamente no se puede decir los mismo de su otra hermana Riana…
Tras separarse de su hermana pequeña, Riana se ve perdida en una ciudad que no conoce y sin medio de volver a casa o con sus padres. Su salud mental se deteriora por momentos hasta colapsar en la parte trasera de una camioneta. Cuando el dueño del vehículo se percata de que lleva una polizonte, detiene su marcha e intenta dialogar con ella. Para su sorpresa, la chica no sabe donde está ni quien es, está en un estado “catatónico” y es trasladada a la sección de psiquiatría del hospital de Gouldrum.
Mientras tanto Mark y Jacoba continúan su viaje, ajenos al destino de sus hijos. Se han trasladado unos 600 kilómetros dirección camino de vuelta a la granja hasta la ciudad de Wangaratta. Es en esta ciudad, sin embargo, donde la última pareja que lograba permanecer unida se separa. Mark se queda con el coche en Wangaratta mientras que Jacoba llega horas después a unos 350 kilómetros de su granja vagando agitada por la ciudad de Yass. No es capaz de explicar cómo ha llegado hasta allí y debido a su estado mental la llevan al hospital. Horas después es trasladada a Gouldrum para acompañar a su hija Riana.
Mark es el único que continúa su viaje a ninguna parte y volverá a comportarse de forma incomprensible como veremos un poco más tarde.
De vuelta en la granja, los dos miembros de la familia Tromp que parecen en sus cabales, dan una emotiva rueda de prensa con la intención de conmover a su padre para que detenga su viaje y vuelva a casa. Mitchell declara estar desconcertado por el comportamiento “paranoico” de sus padres. “Nunca he conocido a nadie así, o que se comporte de esta manera. Lo único que quiero es que encuentren a mi padre” dijo Mitchell. “No es peligroso, es mi amigo, mi padre y lo quiero”.
Para entonces, la noticia había saltado de Australia al resto del mundo y el público asistía incrédulo al espectáculo.
Ajenos a esto, una pareja jugaba a Pokemon Go en Wangaratta cuando el conductor se percata de que un Peugeot plateado se acerca cada vez más a la parte trasera de su vehículo. En un momento dado, están tan cerca que no puede distinguir sus faros delanteros y decide detenerse asustado. Del Peugeot baja Mark Tromp y se queda mirando fijamente a la pareja hasta que sin mediar palabra huye a la carrera adentrándose en el bosque.
Habían pasado ya seis días desde el comienzo de la aventura cuando Mark Tromp fue finalmente localizado en una carretera cercana al aeropuerto de Wangaratta. Fue inmediatamente interrogado y examinado por un psiquiatra que no encontró problema alguno por lo que fue entregado a su hermano policía y volvió a su granja sin cargos. Si bien la policía investigaba una serie de allanamientos ocurridos en los alrededores de Wangaratta, estos nunca fueron conectados con Mark.
En un principio, Mark Tromp, podría decirse que fruto de su enajenamiento transitorio, se comportó de forma irrespetuosa enseñando su dedo medio a los medios de comunicación que le esperaban, luego rectificó y en un comunicado de prensa se disculpó por “el dolor y la preocupación causados por estos eventos”.
El viaje de los Tromp llegaba a su fin y como las aguas volvían a su cauce era momento para las posibles explicaciones.
El primero en dar su opinión fue uno de los implicados, Mitchell Tromp, que en una rueda de prensa posterior a la aparición de su padre contó:
“Nunca he visto algo así. Es realmente difícil de explicar o decir algo, pero temían por sus vidas y luego decidieron huir. Fue una acumulación de diferentes eventos cotidianos, normales, solo presión, una presión que fue lentamente empeorando a medida que pasaban los días.”
La prensa y el público general también fue imaginativo con sus teorías, que iban desde una posible intoxicación en la granja (fertilizantes, alimentos en mal estado…) hasta posibles conexiones con la mafia, lo que les habría hecho intentar huir y esconderse.
También se habló de posible consumo de drogas alucinógenas, pero todos los miembros de la familia fueron testeados y los resultados fueron negativos.
No obstante la teoría que desde fuera parece más verosímil es la de una locura colectiva transitoria (lo que se denomina folie à deux que como si de un virus contagiosos se tratara, fue extendiéndose de padres a hijos hasta nublar la mente de toda la familia.
La policía por su parte dio el caso por cerrado argumentando que, fuera lo que fuese lo que había ocurrido antes o durante el viaje, pasaba a ser un asunto exclusivamente familiar. Quedaba, sin embargo, la denuncia por el robo del coche en Goulburn, de la que Riana se había librado por su estado mental, pero que Ella debería hacer frente tarde o temprano.
Esta claro que hay una serie de dinámicas familiares ocurridas en su viaje a ninguna parte que la familia Tromp no ha querido hacer públicas (y están en su derecho), y es que como diría Ella Tromp en entrevistas posteriores “aunque os expliquemos lo que pasó, no lo entenderíais”.
Nosotros, desde fuera, solo podemos especular, así pues, ahora es tú turno para ponerte a ello y contarme ¿qué crees que motivó el viaje de la familia Tromp? ¿Crees que deberían dar explicaciones de lo ocurrido durante el trayecto o eso queda en el ámbito privado?
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