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David CM

Enrique Martínez: Desaparición en La Mussara

Poco más que la iglesia de Sant Salvador se conserva actualmente en pie del antiguo pueblo de La Mussara, situado en la comarca del Baix Camp, a más de 1.000 metros de altitud y a 30 kilómetros de Tarragona. Abandonado a su suerte desde hace más de sesenta años debido principalmente a la falta de agua, a la pobre calidad de la tierra y a la carencia de comodidades como la electricidad, el teléfono o médicos, su leyenda y la idea de lo que alguna vez fue, siguen fascinando a quien pasa por sus cercanías.


La iglesia de Sant Salvador de La Mussara fuente:caminoconsantiago.com


El 16 de octubre de 1991 cuatro amigos aparcan sus coches cerca del pueblo fantasma. Su intención es sencilla: pasar un buen día de otoño recogiendo setas. Poco sospechan que, horas después, uno de ellos entrará en la historia como uno de los casos de desaparición más insólitos que se recuerdan.

La torre de la iglesia mira con desdén a Enrique Martínez y a los otros tres hombres mientras estos preparan las herramientas. Por supuesto, aquel día iban a usar la técnica que habían perfeccionado con los años: todos partían desde un punto central y cada uno se desplazaba en una dirección distinta. Para no perder el contacto, los cuatro se hablaban constantemente.

Poco después de comenzar, Enrique deja de contestar. Los otros tres, visiblemente preocupados, acuden al lugar del último contacto con su amigo. El único recuerdo de su presencia es su cesta de mimbre con una solitaria seta en su interior.


Cartel de búsqueda de Enrique Martínez fuente: manoquemecelacuna.blogspot.com


Sin perder un momento los tres hombres comienzan a buscar a Enrique. Gritan su nombre y recorre con creciente preocupación los alrededores, pero son incapaces de encontrar ninguna pista más sobre el paradero de su amigo. Finalmente llegan al lugar donde tienen aparcados sus coches. Abatidos, comprueban que el coche de Enrique no se había movido, y lo que es aún más alarmante: en su interior está su documentación y la medicina que debe tomar a diario. Era el momento de comunicar a las autoridades lo que había ocurrido.

Ese mismo día agentes de la Guardia Civil, junto con voluntarios que conocían bien la zona e incluso helicópteros recorrieron cada centímetro de la Sierra de La Mussara. Nada. Era como si Enrique Martínez jamás hubiera estado allí. Estupefactos ante la falta de la más mínima pista, las autoridades sumaron a la búsqueda a una compañía de Zapadores de Montaña del ejercito con base en el cercano campamento militar de Los Castillejos. Por si fuera poco, en los días posteriores el Gobernador Civil de Tarragona añadió al extenso dispositivo cincuenta militares del cuartel general de Contreras.

La respuesta de las autoridades (que llegaron incluso a repartir doscientos retratos de Enrique Martínez por toda la comarca) fue rápida y sin escatimar recursos, pero el resultado fue el mismo que al principio: lo único que había dejado el desaparecido seguían siendo su cesta de mimbre. El 22 de octubre se pararon oficialmente las labores de búsqueda.

Naturalmente los ánimos de la familia y amigos de Enrique estaban por los suelos, pero decidieron no darse por vencidos y continuar el rastreo por sus propios medios.

Una noche de enero, ya en 1992, un pequeño grupo de amigos de Enrique descansaba junto a la iglesia de Sant Salvador tras otro agotador día pateando cada rincón de La Mussara. El crepúsculo se acercaba sigiloso por las montañas circundantes y jirones de niebla danzaban cerca del pueblo fantasma. Cuando estaban a punto de volver hacia sus coches, uno de los hombres pidió silencio. Acababa de escuchar un ruido en el interior del templo. Al asomarse por una de las ventanas todos quedaron sin palabras. Frente al destartalado altar, un grupo de monjes se movía casi imperceptiblemente. Entre intrigados y asustados, el grupo de amigos se miró y sin decir una palabra se dirigieron a la puerta de la iglesia. Las hieráticas figuras parecían ajenas a su presencia. En un intento por aclarar lo que allí ocurría, uno de los hombres se dirigió en voz alta a las figuras, que en ese mismo instante se evaporaron frente a sus ojos.


El interior de la iglesia de Sant Salvador fuente: caminoconsantiago.com

Al día siguiente, aún con el ánimo alterado, Jorge, el amigo de Enrique Martínez que se había atrevido a dirigir la palabra a las extrañas figuras, pidió hablar con el juez de Tarragona que llevaba el caso. Todos en el juzgado quedaron sin habla al escuchar la historia. Tan aturdidos estaban que decidieron no incluirla en el sumario, puesto que tan increíble relato era imposible de verificar.

Ninguna pista más ha contribuido a despejar los numerosos enigmas que esta inquietante desaparición nos plantea. Por supuesto que las teorías han sido muchas, pero aparentemente todas acaban chocando contra el muro de la falta de evidencias. El hecho de que se dejara su medicina en el coche, añadido a que estaba muy unido a su familia, parecen descartar la desaparición voluntaria. La hipótesis del accidente no parece muy plausible. Cierto es que, según los que conocen la zona, esa parte de la comarca del Baix Camp está plagada de simas y zonas de difícil acceso, sin embargo, la gran afluencia de visitantes hace complicado que tantos años después no se haya encontrado resto alguno que investigar. Por el mismo motivo se podría descartar el ataque de alimañas, puesto que la ciencia aún no conoce animal que no deje tras de sí algún tipo de rastro.

Obviamente la policía también consideró la hipótesis del asesinato, pero tras las debidas indagaciones, ellos mismos descartaron esa línea de investigación.

No puedo dejar de mencionar la hipótesis paranormal, puesto que una de las numerosas leyendas que tienen a La Mussara como protagonista nos dice que el pueblo actúa como un portal a una realidad paralela de la que es imposible escapar. Para acceder a esa otra realidad bastaría con poner el pie en una legendaria piedra que nos transportaría al instante a la llamada Villa del Seis o Vila del Sis, un legendario pueblo habitado por Yinn, unos entes incorpóreos de fuego creados por el mismísimo Alá.


La Mussara durante un día de niebla fuente:caminoconsantiago.com

La misteriosa desaparición de Enrique Martínez en La Mussara nos deja con numerosas cuestiones imposibles de resolver, lo que me lleva a la pregunta más importante ¿Cuál es para ti la hipótesis más creíble? ¿Se te ocurre alguna otra? Déjame tus respuestas en la caja de comentarios.

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