Imagina que has comprado la casa de tus sueños, tras años ahorrando, tu familia tiene por fin un hogar en el que echar raíces, una casa en un barrio tranquilo y bien cuidado, pero pocos días antes de mudarte, mientras das los últimos retoques para comenzar allí una nueva vida aparece un sobre en el buzón: “Al nuevo propietario” se puede leer. Cuando la abres, esperando la cálida bienvenida de alguna de las familias vecinas, lees algo que revienta tu sueño en mil pedazos:
“Querido vecino del 657 Boulevard, permíteme darte la bienvenida al vecindario. ¿Cómo acabaste aquí? ¿Te llamó la casa con su fuerza interior?
El 657 Boulevard ha estado a cargo de mi familia durante décadas y ahora que se aproxima a su 110 cumpleaños, se me ha puesto a cargo de su vigilancia a esperar su segunda venida.
Mi abuelo vigiló la casa en la década de los 20 y mi padre en los 60. Ahora es mi turno. ¿Conoces la historia de la casa? ¿Sabes qué esconden las paredes del 657 Boulevard? ¿Por qué estás aquí? Lo averiguaré.”
El pánico comienza a tensar tu mente y tus músculos. Miras a tu alrededor. Esperas que sea una macabra broma de bienvenida. Pero no hay nadie más. En la casa estás solo tú. Afortunadamente tus hijos no están allí, piensas mientras terminas de leer el resto de la carta:
“¿Necesitas llenar la casa con la sangre joven que pedí? Mejor para mí. ¿Tu casa anterior era demasiado pequeña para la familia o ha sido la codicia quien ha traído a tus hijos hacia mí? Una vez que sepa sus nombres, los llamaré y los atraeré hacía mí.
¿Quién soy? Cientos y cientos de coches pasan cada día frente al 657 Boulevard. Quizás yo conduzca alguno de esos coches. Fíjate en todas las ventanas que miran hacia el 657 Boulevard. Quizás yo esté en alguna de ellas.
Bienvenidos amigos, bienvenidos. Que comience la fiesta.
El Vigilante”.
El pánico se ha adueñado hace rato de todo tu cuerpo. Sin mirar atrás, cierras la puerta de la casa, y subes al coche, quizás para no volver más.
Esta escena, que puede parecer sacada de un libro de terror, dio comienzo en 2014 a la pesadilla que Derek y Maria Broaddus, junto con sus tres hijos tuvieron que vivir tras comprar la que parecía la casa de sus sueños en el barrio de Westfield (Nueva Jersey).
Lejos de quedarse en una desagradable anécdota, las cartas de El Vigilante siguieron bombardeando la vida de los Broaddus.
“Todas las ventanas y puertas del 657 Boulevard me permiten vigilaros y controlaros mientras os movéis por toda la casa. ¿Quién soy? Soy El Vigilante y he estado controlando el 657 Boulevard durante la mayor parte de estas dos décadas”
Las cartas se hacían cada vez más personales y amenazantes y los Broaddus no se atrevían a mudarse definitivamente, aunque las reformas en la casa continuaban, unas reformas que no podían verse desde el exterior de la casa, pero que El Vigilante no había pasado por alto:
“Ya veo que han inundado el 657 Boulevard de contratistas para destruir la casa como se suponía que debía ser. La habéis cambiado para hacerla más elegante. Estáis robando su historia. La casa llora por todo el dolor que está sufriendo”.
Y amenazaba: “El 657 Boulevard está ansioso de que os mudéis. Han pasado muchos años desde que la sangre joven recorría los pasillos de la casa. ¿Habéis descubierto todos los secretos que esconde? ¿Jugará la sangre joven en el sótano o están demasiado asustados para bajar solos? Yo lo estaría si fuera ellos. Está muy lejos del resto de la casa. Si estuvieras arriba nunca los oirías gritar”.
Casi de inmediato, los Broaddus pusieron estas cartas en conocimiento de la policía, que comenzó la investigación en el propio vecindario. Todos los vecinos eran potenciales sospechosos…Incluso los Woods, anteriores propietarios de la casa fueron investigados puesto que su nombre aparecía mencionado en los anónimos. Si bien estos fueron rápidamente descartados como posibles culpables, los Woods admitieron haber recibido una carta de El Vigilante. Esto hizo que los Broaddus se querellaran contra ellos por no haberlo mencionado antes de la compra. Esta denuncia, no obstante, fue desestimada en 2017 puesto que en Nueva Jersey no es obligatorio anunciar a los posibles compradores los hechos violentos ocurridos en la casa.
La desesperación de la familia Broaddus iba en aumento a cada carta que les llegaba. Instalaron cámaras en la propiedad y contrataron a investigadores privados, pero nadie era capaz de descubrir la identidad de El Vigilante. Por su parte, la investigación policial avanzaba lentamente. Las sospechas se centraron en una peculiar familia que vivía justo al lado de la casa. Estos vecinos, unos hermanos de unos 60 años que vivían junto a su madre de 90 fueron investigados a fondo, pero no se halló en su contra ninguna prueba y quedaron absueltos. Más avanzada la investigación, una prueba de ADN realizada a los sobres que contenían los anónimos reveló que El Vigilante era una mujer. Además, gracias a los matasellos, se averiguó que las cartas se mandaban desde la localidad de Newark, a unos 19 kilómetros de Westfield.
Mientras tanto, los Broaddus, armándose de valor, se habían mudado definitivamente a la que se había convertido en su pesadilla. La noticia del acoso que estaba sufriendo la familia hacía tiempo que se había extendido por el barrio, saltando incluso a los noticieros nacionales. En la fiesta de bienvenida que se organizó en su honor, Derek y Maria sospechaban de cada uno de los que allí había. ¿Estaría El Vigilante entre ellos?
Por su parte los periodistas se habían puesto en contacto con Margaret Bakes Davis, quien había pasado su infancia en la casa. Ella afirmó haber vivido tiempos maravillosos allí y no haber oído jamás sobre ningún vigilante. Todo parecía señalar a que la presencia de los Broaddus en la casa había molestado a alguien.
Las cartas por su parte, no cesaban, poniendo de manifiesto la insana obsesión de El Vigilante:
“Paso por allí muchas veces al día. El 657 Boulevard es mi trabajo, mi vida, mi obsesión. Y ahora también lo sois vosotros… ¡Bienvenidos al producto de vuestra codicia! La codicia es lo que en el pasado llevó a otras familias al 657 Boulevard y ahora os ha traído a vosotros hasta mí.”
La tensión y la ansiedad se había apoderado de la familia. Derek pasaba las noches en vela vigilando en la oscuridad para detectar a cualquiera que acechara la casa. Los Broaddus no podían más, y solo seis meses después de gastarse 1.3 millones de dólares en la casa, la pusieron a la venta. Al principio intentaron venderla por el mismo precio, pero pronto se dieron cuenta de que no perder dinero les iba a ser imposible. Dispuestos a que nadie sufriera lo que ellos estaban pasando, Derek y Maria decidieron mostrar los anónimos a los posibles compradores, que huían despavoridos al darse cuenta de donde se estaban metiendo. Poco a poco el precio de inmueble comenzó a bajar, hasta que los Broaddus se resignaron a alquilar la casa. Finalmente, dos años después, el 657 Boulevard fue alquilado, pero El Vigilante no cesaba en su obsesión con los propietarios:
“Al vil y despreciable Derek y a su buena esposa Maria:
¿Os preguntáis quién es El Vigilante? Daos la vuelta imbéciles. Quizás incluso habéis hablado conmigo. Quizás sea uno de esos vecinos que no tiene idea de quien podría ser El Vigilante. O quizás lo sabéis y tenéis demasiado miedo para decirlo. Bien jugado.”
Desde que la noticia saliera a la luz, muchas fueron las hipótesis que intentaron en vano resolver el enigma que acosaba a los Broaddus: alguien que no podía permitirse esa preciosa casa y acosaba a la familia presa de la más profunda envidia; un celoso comprador que se vengaba de la familia por haber perdido la puja; un agente de bienes raíces…Los más fantasiosos se apuntaron a la espeluznante idea de que alguien había estado viviendo detrás de las paredes de la casa o en un espacio invisible del inmueble durante años. Incluso los propios Broaddus fueron puestos en el foco de la acusación popular, y es que algunos de sus vecinos sospecharon de un trabajo interno: la familia, dándose cuenta de que habían gastado demasiado dinero en la casa, idearon un plan descabellado para recuperar su inversión inventando toda esta locura.
Cuando la sombra de la sospecha comenzó a cubrir a la propia familia, un resorte invisible se activó en la comunidad. Unas cartas anónimas firmadas por los “Amigos de la familia Broaddus” llegaron a los buzones de las familias críticas con Derek y Maria. Obviamente, nadie reconoció haber enviado esas cartas, pero poco tiempo después, el propio Derek acabó por derrumbarse y admitió haber sido él mismo quien las envió. El padre de familia no podía tolerar que estas personas se hubieran metido con su familia. No comprendía como sus propios vecinos les creían culpables del infierno por el que estaban pasando. El Vigilante había penetrado en la mente de Derek.
No fue hasta 2019 cuando los Broaddus consiguieron por fin vender la casa, por unos 959.000$, una cifra mucho menor de la que pagaron, pero por fin parecían dejar atrás la maldición que les persiguió durante años. Los nuevos propietarios han sido contactados por varios medios de comunicación, como The New York Times, pero se han negado a dar ninguna declaración.
Han pasado varios años desde que no se tienen noticias suyas, pero el daño a la familia Broaddus ya está hecho. Como dijo en su última carta:
“La casa te desprecia y El Vigilante ganó”.
Si bien la investigación no está activa, el caso sigue abierto.
Ahora es turno para conocer tu opinión ¿Quién es para ti el sospechoso principal? ¿Hubieras seguido viviendo en la casa aún con la amenaza de El Vigilante? Déjame tus comentarios abajo.
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