El detective Martínez levanta el cuello de su abrigo para resguardarse de la fría brisa procedente del mar. Las olas se mecen monótonas en la playa ajenas al ajetreo policial de la orilla. Rodeando al detective, sus subordinados se afanan en registrar todos los detalles de la escena del crimen. Un poco alejada del pequeño pueblo de Mazarrón, la playa de Nares ha sido muda testigo de lo que parece un crimen sin sentido. Unos pescadores que salían a faenar esa misma mañana del 14 de enero de 1956 habían encontrado dos cuerpos sin vida, los de un hombre y una mujer.
Los primeros en llegar fueron Martínez y sus hombres desde la cercana localidad de Lorca. Al llegar, la visión de la inquietante escena les deja pensativos. Jamás se han encontrado con lugar semejante. Desperdigados por la playa los investigadores encuentran además de los dos cadáveres, tres copas de vino, ropa interior puesta a secar, un abrigo de cuero y un maletín, mojado y oxidado con un periódico de La Rioja en su interior.
En un primer momento los investigadores centran su atención en desvelar las identidades del hombre y la mujer muertos. Los misterios siguen cruzándose en el camino de la policía cuando encuentran las etiquetas de los abrigos que llevan los cadáveres, pues están arrancadas. Además, una funda de gafas encontrada en la escena tiene el nombre de la óptica borrada. Parece que alguien no quiere que los cuerpos sean identificados, pero en el abrigo del hombre se encuentra su documentación y 1.700 pesetas. La mujer también lleva la documentación encima...y es entonces cuando los investigadores miran al detective Martínez con cara de asombro: Luisa y Julio Pérez de Nanclares, una pareja de hermanos yace sin vida en una pequeña playa de Mazarrón.
El misterio solo ha hecho que empezar.
Aún embotado por la sorpresa, el detective lee con atención una carta encontrada en otro de los bolsillos del abrigo de Julio. En esta se detalla la venta de todas sus propiedades y a quien debían ir a parar los beneficios, unos familiares residentes en Madrid. También explican que van a comenzar un viaje del cual no piensan regresar.
Cuando por fin amanece es hora de investigar por el pueblo en busca de alguna pista que consiga arrojar luz sobre este misterioso caso. De puerta en puerta los investigadores comienzan a conocer algo más sobre los dos hermanos y se vuelven a tropezar con otra sorpresa: junto a ellos viajaba una tercera hermana llamada Marina. Al parecer los tres hermanos eran nuevos en el pueblo, jubilados y solteros. Casi no se relacionaban con nadie pues eran personas tímidas que preferían su propia compañía.
Un nuevo problema acuciaba a los investigadores, encontrar a la hermana desparecida. Para ello se peinó con detenimiento el pueblo, la playa y los alrededores, incluso un buzo buscó a Marina en el mar, sin ningún éxito.
Mientras tanto, los resultados de la investigación llegaban a manos del detective Martínez y volvían a dar otro giro al caso: de las tres copas de vino, solo dos tenían restos de sales de acedera, un tóxico que pudo causar la muerte de los hermanos. La autopsia reveló que tanto Luisa como Julio murieron por causa de un ahogamiento, un síndrome de inmersión provocado, tal vez, por la ingesta del veneno.
Al ver el informe, los investigadores se acordaron del periódico encontrado en el maletín y que al principio les pareció una pista inútil. En ese periódico, traído desde La Rioja, aparecía en portada un artículo sobre la historia de un hombre que había muerto por tomar accidentalmente sales de acedera. ¿Lo usaron los hermanos como ejemplo? ¿Por qué solo dos copas tenían sales?
Los policías mientras tanto seguían pateándose las calles de Mazarrón, hasta que consiguieron dar con el taxista que acompañó a los tres hermanos hasta la playa de Nares. El hombre narró su periplo por distintas playas de la zona. Los tres hermanos, silenciosos y sin separarse de un peculiar maletín rojo descartaron una tras otra las playas a las que les condujo hasta que ya entrada la noche llegaron hasta la playa de Nares.
-Es aquí- dijo Marina, la hermana mayor y que parecía llevar al voz cantante, al llegar a un lugar que jamás habían visitado antes.
Tras pedirle que apagara las luces, los tres se bajaron del vehículo desapareciendo en la oscuridad. El taxista, perplejo, se alejó de allí despacio tras cobrar su carrera.
Por mucho que se buscó, no se pudo encontrar a la tercera hermana y los rumores comenzaron a disparase. Si todo se trató de un suicidio colectivo y solo dos de las tres copas contenían veneno ¿pudo Marina engañar a sus dos hermanos y escapar con la maleta roja que contenía todos sus bienes? ¿Había otra persona esperándoles en la playa con la que Marina huyó o todo fue orquestado por la hermana mayor? ¿Se habría quizás internado Marina en el mar para acabar con su vida en vez de usar el mismo método que sus hermanos?
A medida que la investigación se introducía más y más en el enigmático laberinto que, sin querer o no, habían dejado atrás los hermanos Pérez de Nanclares, se descubrió la existencia de una cuarta hermana, que había sido repudiada sin remordimientos al abandonar el férreo núcleo familiar para casarse. Sus otros tres hermanos jamás le perdonaron esa traición. Del pasado de la familia también se descubrió que toda la vida la habían dedicado a la hostelería en distintas ciudades de España, una vez jubilados habían emprendido este viaje del cual no pensaban regresar.
Los huecos que dejaba la investigación fueron rellenados por la imaginación, y de ella surgieron teorías de todo tipo. Algunos piensan que los hermanos intentaron establecer negocios por distintas partes de España, lo que explicaría sus viajes, sin suerte. Este fracaso les pudo conducir a una onda depresión lo que les hizo elegir el suicidio colectivo como vía de escape para su desgracia. Según esta teoría, Marina habría decidido dejarse morir en el mar, antes que envenenarse o quizás se arrepintió y no fue capaz de acabar con su vida. Otras hipótesis, como ya hemos visto, no dejan a Marina en tan buen lugar.
Los más atrevidos hablaron de algún tipo de ritual que no salió como esperaban o quizás si saliera como esperaban...lo único que nos queda claro, es que, como le paso al detective Martínez, jamás conoceremos lo que realmente ocurrió con los hermanos Pérez de Nanclares aquella noche en una playa de Mazarrón.
Me gustaría saber ahora si tú tienes alguna solución para este extraño caso ¿te convence alguna de las teorías? ¿Crees que todo fue orquestado por los hermanos o hubo alguien más implicado? Cuéntame tus teorías en los comentarios.
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